De todos los cambios que una familia puede tener, la llegada de un nuevo
bebé es quizá el que más “patas arriba” lo pone todo. Poco a poco todos nos
acostumbramos a la nueva situación y todo vuelve a su sitio o, por lo menos, a
una “nueva normalidad”.
Esto ocurre cuando
somos padres/madres por primera vez pero… ¿qué pasa cuándo es el segundo? ¿Cómo
lo afrontamos para que nuestro hijo/a mayor lo afronte de la mejor manera
posible? Y sobre todo... ¿cómo hacemos (las madres) para mantener la cordura en
ese momento de postparto, revolución hormonal, cansancio y poder pensar con
claridad?
Lo único claro es
que cuanto más preparados estemos para recibir este cambio en nuestra
vida, mucho mejor.
Llega el nuevo bebé a la vida de nuestro hijo/a mayor.
Él o ella son el centro de todo su universo conocido. Los adultos que
conoce orbitan en su mayoría a su alrededor para satisfacer todas sus
necesidades y la mayoría de deseos y, de repente, un nuevo bebé entra por la
puerta de casa y todo este mundo conocido se desintegra.
Aunque suene duro de leer esto ocurre así. No porque ahora queramos más al
bebé que a nuestro hijo/a mayor porque eso es imposible. Cuando un nuevo hijo
llega a la familia el corazón de su madre/padre se divide y es capaz de dar
amor por igual a todos los integrantes de ella, pero visto desde abajo, desde
la altura y la visión de un niño el eje de su mundo se ha tambaleado y pasa de
ser el centro a partir del cual todo gira a ser un simple satélite que orbita
alrededor de papá y de mamá buscando su atención mientras ellos giran en torno
al miembro más vulnerable.
Dependiendo de la edad que tenga nuestro hijo mayor, toda esta situación
será más o menos fácil de entender para él/ella. Tenemos que tener en cuenta
que, en ocasiones, su forma de percibir el mundo que les rodea puede llevarles
a conclusiones erróneas pero que, en su mente tienen mucha lógica: “quieren más
al bebé” “yo también quiero ser un bebé”…
En este momento, vuestro hijo se siente confundido, asustado, perdido…
sienten emociones contradictorias hacia nosotros y hacia el nuevo bebé y esto
es completamente normal.
Circula por internet
un buen ejemplo sobre esto que nos hace empatizar al máximo con la situación
que estamos comentando.
¿Qué pasaría por tu
cabeza si un día, de repente, tu marido te informa que pronto tendrá una nueva
mujer y que tendrás que quererla, compartir tus cosas con ella, el tiempo de tu
pareja…porque será el nuevo miembro de la familia?
Pues poniéndonos en la
piel del niño, esto es lo que realmente hacemos cuando tiene un hermanito/a.
Dicho todo esto, ante
esta difícil situación, siempre podemos ayudar a nuestro hijo/a acompañándolo y
sosteniéndolo con mucho amor y paciencia en esta nueva etapa.
Consejos para antes de
la llegada.
En mi opinión,
peguntarle a un niño si quiere tener un hermano no es buena idea. Sobre
todo, si su respuesta es NO. Él está en su derecho de no querer a nadie más en
su casa y si ya hemos tomado la decisión de tener un nuevo bebé sentirá que no
hemos tenido en cuenta su opinión y por lo tanto, se sentirá infravalorado.
Por lo tanto es mejor
ir allanando el terreno hacia la llegada y sobre todo, decirle la verdad.
·
Podemos hacerle partícipe del embarazo
siempre que él/ella quiera participar, animarle a hablar con la barriga, que
nos acompañe a alguna ecografía…pero sin presión Si el niño/a no quiere formar
parte del embarazo, debemos darle su espacio y respetar su decisión. Invitamos pero no obligamos, esto es
una máxima importante durante todo el proceso.
·
Nos puede ayudar a preparar la ropita
del bebé, la bolsa para el hospital, etc. Como antes, invitando pero no
obligando.
·
También es importante que, si no lo hace
ya, empiece a pasar un poco más de tiempo con el otro adulto de referencia.
·
Es importante que los cambios que
queramos introducir (retirada de chupete, cambio de cuna a la cama, etc.) se
hagan antes de que nazca el bebé y con tiempo suficiente.
·
Podemos pedirle que nos ayude a elegir
nombre para el bebé y contarle los cuidados necesarios que tendrá.
·
Una buena táctica para favorecer la
conexión entre hermanos es pedirle que elija un regalo para dárselo al bebé el
día que nazca. Ese día, tendremos otro regalo preparado para que el bebé
también pueda “darle” algo al mayor. Si nos pregunta, no es necesario mentir al
niño, podemos decirle que lo hemos comprado en nombre del bebé.
Cuando ya haya nacido:
·
Déjale que coja al bebé en brazos si
quiere hacerlo (la frecuencia y duración dependerá en gran medida de la edad
del hermano mayor). Coger a un bebé en brazos hace que se estrechen lazos.
Siempre ayudaremos a que el bebé mantenga sujeta la cabecita.
·
Cuando esto ocurra por primera vez,
intenta que sea un momento íntimo, evita familiares lejanos, fotos en demasía,
etc para que los dos niños se encuentren a gusto. Incluso si pueden, procura
que las primeras horas del bebé sea exclusivamente para la familia más cercana
(papá, mamá, hermanos).
·
Pide a las visitas con antelación que
cuando vayan a casa saluden primero al mayor/es, preguntándole cómo está e
interesándose por él/ella sin comentarle sobre el bebé. La idea es que al
llegar le presten la misma atención que le han prestado siempre las visitas y,
posteriormente vayan a conocer al bebé.
·
A veces es frecuente querer darle al
hermano/a mayor unas responsabilidades que antes no tenía. Hay que tratar al
niño/a exactamente igual que antes de que naciera el bebé puesto que tiene la
misma edad. Siempre podemos pedirle su colaboración para algo, pero sin
presiones.
· Al igual que durante el embarazo,
invitamos al niño/a pero no obligamos a colaborar en los cuidados del bebé.
·
Dedicar tiempo «exclusivo» al
mayor. Puede ser algo tan simple como ir a hacer la compra, ir al parque
solo/a con papá o mamá…siempre y cuando al niño/a le apetezca.
· Invitarles a hablar sobre sus
emociones y respetarlas. Tienen derecho a sentirse enfadados, asustados,
tristes… y nosotros debemos acompañarles en esos momentos.
Y por último y más importante, mucha paciencia,
comprensión y amor para pasar esta nueva etapa de nuestra vida familiar.
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