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domingo, 28 de junio de 2020

EDUCAR A CONTRACORRIENTE



Educar conscientemente y desde el respeto es, en algunas ocasiones una lucha contracorriente.
El mundo de la crianza, afortunadamente, está cambiando rápidamente y cada vez son más familias las que se informan sobre cómo criar a sus hijos de una forma respetuosa, lo que supone una excelente noticia para los niños de hoy y para la sociedad del mañana. Sin embargo, todavía hay mucho trabajo que hacer.
Sobre todo, cuando te encuentras en un grupo donde las frases como “siempre se ha hecho así” abanderan sus razones. Por otro lado, es bastante común escuchar razones y explicaciones sobre cómo es la mejor manera de educar proveniente de personas que no tienen hijos. Ayer me encontré en esta situación ante un grupo de personas. En ese grupo se encontraban mis padres que, sin saberlo han practicado una educación bastante respetuosa con mis hermanos y conmigo guiándose únicamente por el instinto.
El mundo de la maternidad/paternidad es muy fácil de juzgar y siempre encuentras quién lo haría de otra forma (según ellos mejor) y quién opina sobre tu forma de educar, sea esta cual sea. Conforme nuestros hijos van creciendo ellos y, en consecuencia, nosotros estamos cada vez en contacto con más gente. En este contacto vemos que todos seguimos expuestos a lo que se considera "la cultura dominante de crianza", la de toda la vida, aquella que se basa en métodos poco respetuosos donde los padres y madres deben dominar y controlar a sus hijos como una única forma de educación posible.
También es cierto que, hay un grupo de personas (y familias que lo llevan a cabo) que confunden la educación respetuosa con dejar que el niño haga siempre lo que quiera, sin normas, sin límites, sin respetar lo que tenga al lado, solo guiándose por sus deseos…y esto es algo que juega en contra de la educación respetuosa ya que son muchas las personas que no saben dónde se encuentra el límite.
Son muchas las situaciones en las que, los que apostamos por una educación respetuosa como base para una sociedad respetuosa en el futuro, optamos por callarnos para no enfrentarnos a las opiniones de la cultura de crianza dominante.
Si eres de los que no quieres callarte más aquí te dejo las críticas que suelo escuchar contra la crianza respetuosa y cómo rebatirlas:
“Hay que tener un poco de mano dura con los niños, siempre nos han pegado nuestros padres cuando hemos hecho algo mal y así aprendimos a respetar”
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que, actualmente, los niños están más “fuera de control” que antes. Esto es así porque los niños de antes pasaban horas y horas jugando fuera y no delante de una pantalla, lo que les hacía quemar toda esa energía acumulada y poder inventar cosas que hacer fuera de casa.
Por otro lado, si te paras a pensar, en totalmente contradictorio afirmar que “la mano dura” y la agresividad contra un niño le enseñará a respetar. La evidencia científica apunta a que el uso de la agresión solo trae resultados negativos para la salud mental y el futuro de los niños.
Además, si los niños del pasado fueron criados con “mano dura” para inculcarles respeto ¿no deberíamos encontrarnos en una sociedad llena de gente increíblemente respetuosa? Cosa que, por desgracia no ocurre.
De sobra es sabido que los niños aprenden por imitación. Entonces, es lógico pensar que si lo que queremos es que nuestros hijos respeten a los demás, debemos empezar por respetarlos a ellos.
“Mis padres me pegaron y yo estoy bien”
Ante esta afirmación solamente tengo una respuesta. Alguien que ha normalizado la violencia física hacia un niño indefenso cuyo cerebro no se ha desarrollado por completo “no está bien”.
Es muy fácil. Si no podemos legal o éticamente pegarle a nuestra pareja, nuestros empleados, nuestro jefe o a nuestros padres y amigos, entonces no deberíamos ser capaz de pegarles a nuestros hijos indefensos. No tenemos “derecho” a hacerlo porque sean nuestros hijos. No son de nuestra propiedad, son personas independientes a nosotros y ellos sí que tienen derecho a no ser golpeados.
"Los niños necesitan ser castigados, para saber que hay consecuencias negativas por sus malos comportamientos.”.
A esta afirmación cabe destacar que los castigos sancionan, las consecuencias educan.
Son muchos los padres que a día de hoy piensan que el castigo es lo que realmente educa a los hijos porque les enseña disciplina. Pero el castigo no educa, solo sanciona y “enseña” al niño a través del miedo. Además, en la mayoría de ocasiones, el niño (si es muy pequeño) si ni siquiera entiende por qué está castigado.
Al hilo de esto hay una imagen que circula por internet que me parece bastante esclarecedora.
En cambio, las consecuencias sí que funcionan porque permiten al niño tener el control de lo que va a suceder y además, se les da la oportunidad de elegir entre hacer lo que está bien o mal, sabiendo la consecuencia que habrá. Estas consecuencias tienen que ser coherentes e inmediatas, de forma que el niño la entienda. Además, es importante que una vez que se establece una consecuencia, los padres sean firmes.
Os pondré un ejemplo en el que es fácil distinguir castigo de consecuencia. Es tarde y tu hijo no ha hecho los deberes:
-       Castigo: te quedas una semana sin Tablet.
-       Consecuencia: como ahora es tarde y ya estás muy cansado para hacer los deberes bien, mañana tendrás que levantarte más temprano para poder hacerlos.
Nuestro objetivo como padres debe de ser criar niños empáticos que quieran hacer lo correcto y no niños obedientes que lo hagan por miedo.
 "No sé por qué tienes que negociar tanto con él/ella." 
Muchos ven el negociar con tu hijo como un signo de debilidad como padre, que se les concede a los niños un poder que no les corresponde. Nada más lejos de la realidad.
El mundo funciona a través de la negociación y aprender a negociar les dará a los niños las herramientas que necesitarán en el futuro para ser exitosos y justos con otros. Cuando usamos con un niño la dominación en vez de la negociación pueden ocurrir dos cosas. Estamos enseñando que la agresividad y la coacción son las mejores herramientas para conseguir lo que se quiere o por el contrario, estamos creando personas sumisas y fáciles de dominar.

Aquí es importante que, como adultos, sepamos qué cosas son factibles de ser negociadas y cuáles no. Por ejemplo, tener que vestirse para salir a la calle es innegociable, aunque se puede negociar qué ropa podemos escoger.

"Yo necesito que mis hijos me hagan caso. No tengo tiempo de negociaciones y explicaciones”.

Aquí la respuesta es fácil. El mismo tiempo te ocupa negociar o explicar algo a un niño que estar gritándole y castigándole. Es más, la mayoría de veces es más fácil explicar algo a un niño ya que lo entiende mucho más rápido que directamente no haya ninguna razón para que hagan lo que les decimos y nuestra respuesta se base en un “porque sí” o “porque lo digo yo”. Lo más habitual es que si no damos unas razones, nos encontremos con un muro de “cabezonería” comprensible, ya que al no entender el porqué de las cosas, no es capaz de llevarlas a cabo.


"A los niños hay que decirles que no continuamente para que no sean unos consentidos"

Por supuesto que los niños necesitan normas y límites. Esto no es discutible. Pero esos límites se aprenden a través del ejemplo y de la enseñanza y no a través de escuchar la palabra “no” constantemente.
Si abusamos del "no", lo que se estaremos consiguiendo es transmitir al niño que no tiene autonomía, que sus necesidades y deseos no son importantes, y que sus opiniones no tienen valor.

Además, este abuso del “no”, provoca que el niño sea desafiante y es entonces, cuando encontramos las características propias de lo que se conoce como un niño “malcriado”.

Una crianza respetuosa no se trata de no decir nunca que “no”, sino de enseñar a nuestros hijos que un “no” no es el fin del mundo.

“No tengo que ser amigo de mis hijos, tengo que ser su padre/madre".

Nuestros hijos deberían poder confiar ciegamente en nosotros y por ello, deberíamos de ser sus amigos. Esto no significa, sin embargo, que no actuemos como padres para establecer unos límites y normas.

Los niños deben de ser respetados como respetamos a nuestros amigos y al mismo tiempo tener unos límites en esa relación igual que los tenemos en las relaciones de amistad.

La relación que tenemos con nuestros hijos, nunca se podrá igualar a una relación de amistad ya que es nuestro deber y responsabilidad protegerlos pero sí que puede tener esa parte de la amistad tan beneficiosa para todos, la confianza.

“Los niños son niños y no deben ser tratados como adultos ".
 
Los niños no son adultos, eso está claro. Pero en lo que se refiere al respeto, todo el mundo debería de ser tratado igual, independientemente de la edad que se tenga.

Y para terminar, la frase más escuchada en contra de la educación respetuosa “LO ESTÁS MAL ACOSTUMBRANDO”

Cuando ven que coges a tu hijo en brazos cada vez que llora, cuando le acompañas en una rabieta abrazándolo y consolándolo para que no se sienta solo, cuando duermen contigo si así lo necesitan y, en definitiva cuando ven que educas a tu hijo en no saber qué es la soledad, en ser escuchado y respetado, te sueltan la frase de “lo estás mal acostumbrando”

Si todos "mal acostrumbraramos" a nuestros hijos el mundo sería un lugar mejor. Estaríamos rodeados de personas empáticas, que supieran escuchar y respetar a los demás.

La crianza con amor y respeto es el principio del cambio que necesita esta sociedad.